Morena niega violencia, pero antecedentes contradicen el discurso

Aunque liderazgos del partido ondean la “bandera blanca” en redes sociales, los hechos registrados desde su llegada al poder exponen una narrativa distinta: agresiones, intimidaciones y señalamientos desde el Ejecutivo.

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Líderes de Morena han salido públicamente a rechazar que su movimiento sea violento. “Ni un cristal hemos roto”, aseguran en sus redes. Sin embargo, los archivos mediáticos y las coberturas periodísticas muestran una historia distinta, en la que la violencia ha acompañado varios momentos clave desde que el partido asumió el poder federal.

Uno de los primeros episodios ocurrió en 2020, cuando militantes se enfrentaron a golpes dentro de la sede del partido en Zacatecas durante la disputa por la candidatura a la gubernatura.

El propio fundador de Morena y expresidente, Andrés Manuel López Obrador, fue señalado en múltiples ocasiones por sus ataques directos a medios de comunicación y periodistas. En conferencias matutinas, calificó como “calumnias” las investigaciones del New York Times y otros medios nacionales, al tiempo que cuestionaba la integridad de los reporteros.

“No caigan en la autocomplacencia, tengan capacidad para la autocrítica”, exigió en una de sus habituales confrontaciones con la prensa.

Salgado Macedonio y la presión al INE

Otro caso emblemático fue el del senador morenista Félix Salgado Macedonio, quien movilizó a sus simpatizantes hasta las instalaciones del Instituto Nacional Electoral (INE) tras perder la candidatura a gobernador de Guerrero. En uno de los mensajes más controversiales, advirtió que no se dejarían: “Que no le rasquen los huevos al toro, porque nos van a encontrar”.

Sus declaraciones fueron acompañadas por amenazas directas y actos de presión a las autoridades electorales.

Protestas contra obras federales y violencia en campañas

Durante el actual sexenio, alcaldes y funcionarios han enfrentado manifestaciones por parte de pobladores que rechazan proyectos federales. La respuesta, en algunos casos, ha sido explosiva: funcionarios han sido captados estallando en insultos o reprimiendo protestas.

La tensión también escala durante las campañas electorales. Testimonios y reportes dan cuenta de agresiones físicas contra opositores al oficialismo. “Cuando son campañas, cuidado que un opositor los vea, porque la golpiza es segura”, dice un testigo en uno de los reportajes.

Violencia desde el poder: una constante creciente

Lejos de tratarse de incidentes aislados, los hechos reflejan una conducta sistemática que se ejerce desde posiciones de poder. La violencia verbal, simbólica e incluso física se ha convertido en una herramienta de confrontación política en el entorno de Morena, una contradicción evidente frente a su discurso de paz.

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