Este martes 22 de julio de 2025 pasará a la historia como el segundo día más corto jamás registrado desde que se tiene seguimiento del reloj atómico. Aunque imperceptible para la mayoría de las personas, la Tierra completó su rotación 1.36 milisegundos antes de las 24 horas habituales, una anomalía temporal que intriga a la comunidad científica internacional.
El récord anterior pertenece al 5 de julio de 2024, cuando el planeta giró 1.66 milisegundos más rápido de lo normal. Aunque la diferencia parece mínima, los expertos advierten que este fenómeno podría ser un síntoma de cambios más profundos en el sistema terrestre.
¿Por qué se están acortando los días?
La duración del día está directamente relacionada con la velocidad de rotación del planeta. Científicos atribuyen esta aceleración a diversos factores, siendo uno de los principales el movimiento de la Luna. La fricción provocada por las mareas lunares genera que el satélite natural se aleje gradualmente de la Tierra, absorbiendo parte de su energía rotacional y alterando sutilmente la duración de los días.
Además, nuevas investigaciones apuntan al derretimiento acelerado del hielo en los polos. A medida que el agua de deshielo se distribuye en los océanos, cambia la distribución de masa del planeta, lo que puede influir en su velocidad de giro. Este fenómeno podría estar siendo potenciado por el cambio climático.
Otra teoría respaldada por sismólogos sugiere que el núcleo líquido de la Tierra podría estar desacelerándose, lo que también provocaría inestabilidad en la rotación. Esta alteración profunda en el interior del planeta es aún motivo de estudio.
¿Se trata de un efecto perceptible?
A pesar del impacto mediático de esta noticia, la reducción de tiempo —apenas una fracción de milisegundo— no altera las rutinas humanas ni tiene efectos visibles en la vida cotidiana. Sin embargo, los científicos toman estos registros muy en serio porque ofrecen pistas valiosas sobre los procesos físicos que están ocurriendo en el planeta a escalas profundas y de largo plazo.
De hecho, si esta tendencia se mantiene, se prevé que para 2029 sea necesario ajustar los relojes atómicos restando segundos —una maniobra conocida como “segundo bisiesto negativo”— para mantener la precisión en los sistemas de cronometraje global.
Desde 1973: seguimiento del tiempo en milisegundos
El monitoreo de la duración de los días con precisión milimétrica comenzó en 1973 con la implementación de los relojes atómicos. Desde entonces, los expertos han observado fluctuaciones menores en la duración de la rotación terrestre, pero en los últimos años estas variaciones han sido más frecuentes e intensas.
Desde 2020, diversas proyecciones ya anticipaban una aceleración en el giro planetario. Los registros de 2024 y ahora de 2025 parecen confirmar que este fenómeno no es aislado, sino parte de una tendencia más amplia.
Una señal del planeta: ¿alerta por cambio climático?
Aunque el fenómeno no implica un riesgo inmediato, su recurrencia y posible vínculo con el cambio climático encienden las alarmas. La combinación de factores naturales como las mareas y fenómenos provocados por el ser humano, como el aumento del nivel del mar, podrían estar acelerando cambios en la dinámica terrestre que hasta hace poco se consideraban estables.
En este contexto, cada milisegundo cuenta, y no solo para los científicos que estudian la Tierra, sino también como un recordatorio de la compleja interconexión entre el planeta y nuestra actividad sobre él.
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