¿Qué es el Monzón Mexicano? Fenómeno que revive la tierra seca en el norte del país
Durante el verano de 2025, el monzón mexicano ha sido clave en la recuperación hídrica del noroeste del país.
Mientras los especialistas advertían que solo un ciclón tropical podría llenar las presas del norte del país, asolado por más de dos años de sequía severa, un fenómeno estacional menos violento pero igual de poderoso ha comenzado a cambiar el panorama: el monzón mexicano. Este sistema climático ha traído lluvias constantes durante las últimas semanas, con acumulados importantes que ya se reflejan en ríos crecidos, zonas reverdecidas y presas en recuperación.
Este 2025, el monzón se ha convertido en un verdadero respiro para estados como Chihuahua, Sonora y Sinaloa. Aunque sus lluvias son rápidas y muchas veces localizadas, su impacto acumulativo ya está marcando una diferencia visible en las tierras secas del noroeste del país.
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Un fenómeno estacional clave para el norte de México
El monzón mexicano es un fenómeno climático estacional que ocurre cada verano, entre junio y septiembre, cuando el calor intenso en tierra firme contrasta con el aire húmedo proveniente del Océano Pacífico. Este encuentro de masas de aire genera condiciones ideales para la formación de tormentas intensas.
A diferencia de los ciclones tropicales, que traen lluvias generalizadas pero ocasionales, el monzón ofrece una fuente de humedad casi diaria. Afecta principalmente a los estados del noroeste —como Chihuahua, Sonora, Durango y Baja California Sur— pero sus efectos pueden sentirse incluso en regiones del centro del país.
Lluvias intensas con efectos mixtos: vitales pero peligrosas
El comportamiento del monzón es particular: las lluvias suelen presentarse durante las tardes o noches, acompañadas de tormentas eléctricas, granizo y ráfagas de viento. Durante los últimos días de junio y la primera semana de julio, algunos municipios del noroeste registraron más de 100 milímetros de lluvia, superando el promedio histórico mensual.
Estas precipitaciones son esenciales para la agricultura, la recarga de acuíferos y el llenado de presas. Se estima que hasta un 65% de la lluvia anual en la región se debe al monzón, lo que lo convierte en un elemento determinante para la economía rural y el abastecimiento de agua.
Sin embargo, su intensidad también representa un riesgo. Inundaciones urbanas, deslaves en zonas montañosas, desbordamientos de ríos y daños a caminos son consecuencias frecuentes. A medida que el fenómeno continúa activo, autoridades de Protección Civil se mantienen en alerta para mitigar sus impactos negativos.
La clave está en comprenderlo: ciencia, prevención y adaptación
El monzón no solo es un fenómeno meteorológico, sino una pieza clave en el equilibrio hídrico del norte de México. Su formación está directamente relacionada con la inestabilidad en altura, cuando una circulación ciclónica en niveles altos de la atmósfera favorece la formación de nubes de gran desarrollo vertical y lluvias severas.
Entender cómo funciona este “gigante del verano” es fundamental para aprovechar sus beneficios y reducir sus riesgos. Con herramientas tecnológicas como el nowcasting y modelos climáticos de alta resolución, México avanza en su capacidad para anticipar estos eventos y proteger a la población vulnerable.
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