En décadas pasadas, un lugar en México albergó a decenas de miles de pacientes psiquiátricos, convirtiéndose en un sombrío símbolo de su época. Este lugar, conocido como el Manicomio General de la Castañeda, llegó a ser temido y apodado “El Palacio de la Locura” o “Las Puertas del Infierno”.
El Manicomio General de la Castañeda se estableció durante el Porfiriato como un signo de progreso y para conmemorar el centenario de la Independencia en 1910. Lo que hoy conocemos como las Torres de Mixcoac, en el pasado fue este siniestro lugar que albergó a más de 60,000 pacientes psiquiátricos. Estos pacientes eran catalogados de manera discriminatoria como “homosexuales”, “prostitutas” o “epilépticos”. El hospital se construyó sobre una antigua hacienda pulquera en el pueblo de Mixcoac, aprovechando el clima favorable para la salud de los pacientes.
Con el tiempo, La Castañeda se convirtió en una pequeña ciudad, compuesta por 26 edificios rodeados por una muralla de cemento. Las instalaciones incluían áreas de juego, talleres, biblioteca, escuela, enfermería, tratamientos electroterapéuticos (incluyendo electroshocks), y una sala de cine donde se proyectaban películas de Charles Chaplin y Harold Lloyd.
Los pacientes eran catalogados y divididos en diferentes pabellones según su sexo, padecimiento y condición social. Estos pabellones incluían “Pacientes distinguidos”, “Pabellón de observación”, “Pacientes peligrosos”, “Epilépticos”, “Imbéciles” (pacientes con retraso mental) y “Pacientes infecciosos”, que incluían a enfermos de sífilis, lepra o tuberculosis, así como a prostitutas y enfermos venéreos.
Entre los pacientes, había casos inusuales que incluían obsesiones por robos, la construcción de vías a la luna y el dominio de un imperio ficticio. Estas historias peculiares se registraron en los expedientes del hospital.
La fama de La Castañeda también se encuentra marcada por las numerosas historias de maltrato e injusticia hacia los pacientes. Archivos del Archivo General de la Nación (AGN) resguardan documentos que detallan malas prácticas, tratamientos dudosos y abusos hacia los internos.
La decadencia del Manicomio General de La Castañeda se hizo evidente cuando el número de pacientes se disparó, la administración se volvió deficiente y los tratamientos agresivos, como los electroshocks, se hicieron más comunes. En 1965, se inició la “Operación Castañeda” para trasladar a los pacientes a otros hospitales y granjas de la ciudad, y en 1968, poco antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, se concluyó el cierre de La Castañeda. El presidente Díaz Ordaz llevó a cabo la demolición del manicomio y trasladó a los pacientes a seis nuevos lugares, incluyendo el hospital Fray Benardino.
Hoy en día, lo que queda de La Castañeda es una fachada del antiguo edificio de Servicios Generales, trasladada piedra por piedra a Amecameca en el Estado de México. El resto del terreno se ha convertido en los gigantescos multifamiliares conocidos como las Torres de Mixcoac, donde, según sus habitantes, ocasionalmente se escuchan misteriosos gritos que parecen recordar el oscuro pasado de este lugar.
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