En la costa oeste de la Bahía de Hudson, en Manitoba, Canadá, se encuentra Churchill, conocida como la “Capital Mundial del Oso Polar”, por ser un punto de migración clave para cientos de Osos Polares cada año. Cuando el verano derrite el hielo marino, los osos deben permanecer en tierra firme hasta que se forme nuevamente el hielo en noviembre, lo que genera desafíos tanto para la seguridad de la población local como para la conservación de la especie.
Para proteger a humanos y animales, la comunidad ha implementado varias estrategias, entre ellas la educación sobre comportamientos seguros, la eliminación de fuentes de alimento que atraen a los osos y la creación del Programa de Alerta de Osos Polares, una línea directa operativa las 24 horas del año para reportar avistamientos que puedan representar un riesgo inminente.
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Today's Photo: in Churchill MB they have a polar bear 'jail' aka holding facility for bears that are getting aggressive toward people. Once they've checked that they're healthy etc. they fly them out to lovely land far from villages...This mom & cub are on their way. pic.twitter.com/YnB52L3DdE
— Marsha Mildon🇨🇦 NO DMS! prize winning author (@MarshaMildon) March 12, 2025
El centro de retención polar: un refugio temporal
Uno de los pilares de esta estrategia es la Polar Bear Facility, coloquialmente conocida como “la cárcel de los osos polares”. La instalación no es una prisión convencional, sino un centro humanitario para contener temporalmente a los osos que se acercan demasiado al pueblo. Los animales pueden ser atrapados en trampas con carnada o sedados con dardos tranquilizantes, aunque los guardabosques primero intentan ahuyentarlos con bengalas, motocicletas o disparos de advertencia.
Una vez dentro, los osos permanecen 30 días con acceso a agua pero sin comida, medida destinada a evitar que asocien la presencia humana con la obtención de alimento. Según National Geographic, esta práctica preserva su instinto de caza, impidiendo que se vuelvan dependientes de los humanos y peligrosos, lo que podría condenarlos a muerte en el futuro.
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El centro, construido como un enorme hangar de hormigón, tiene 28 celdas individuales reforzadas con acero, diseñadas para evitar contacto visual entre los animales. La liberación de los osos, que ocurre cuando el hielo permite regresar a su hábitat natural, se realiza con sedación y transporte aéreo en redes especiales, un procedimiento que combina fuerza y cuidado extremo.
Brett Wlock, oficial de recursos naturales y director del Programa de Alerta de Osos Polares, explicó que el tiempo de permanencia depende del historial del animal: “Un oso con capturas incidentales no se queda tanto como uno que representa un riesgo para las personas o propiedades”.
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Fotógrafos como Gerardo del Villar de National Geographic han documentado estas operaciones, describiendo la experiencia como “conmovedora”, al observar la mezcla de majestuosidad y vulnerabilidad del depredador más temido del Ártico mientras es transportado de regreso a su libertad.
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