Un niño de 11 años llamó al 911 para interponer una denuncia contra su propia madre, Verónica Loredo, de 32 años, por un acto de extrema crueldad: quemar vivos a los perros de la familia. El estremecedor incidente ocurrió el sábado 17 de mayo en el condado de Rusk, Texas, y ha encendido alertas sobre la salud mental, la seguridad infantil y el maltrato animal.
Según reportes oficiales, la llamada del menor se registró poco después de la 1:00 p.m., momento en el que relató a los operadores de emergencia que su madre estaba quemando a los animales y que lo había señalado como “el diablo”. El relato del niño activó una rápida respuesta de las autoridades.
Al llegar a la escena, los oficiales encontraron a Loredo dentro de un vehículo con sus cuatro hijos —de entre 2 y 11 años—. La mujer, visiblemente alterada, gritaba que alguien intentaba matarla. De acuerdo con una declaración jurada de causa probable, la madre sudaba en exceso y respiraba de forma agitada, signos que aumentaron la preocupación de los agentes.
¿Cuál fue el hallazgo de las autoridades?
Los agentes descubrieron una hoguera encendida frente a la vivienda con restos de los perros calcinados. Durante el arresto, Loredo confesó que había incinerado a los animales frente a sus hijos. El menor que llamó al 911 confirmó que su madre los había encerrado en el auto antes de cometer el acto.
La mujer fue detenida y enfrenta dos cargos de felonía por crueldad animal y cuatro cargos por poner en peligro a menores. La Oficina del Sheriff del Condado de Rusk informó que permanece bajo custodia con una fianza fijada en 400 mil dólares.
¿Cuáles son las consecuencias emocionales y legales?
El caso ha generado profunda preocupación en la comunidad, no solo por el nivel de violencia, sino por el impacto emocional en los menores. Expertos señalan que los niños podrían enfrentar consecuencias psicológicas severas por haber presenciado —e incluso denunciado— un acto tan traumático cometido por su propia madre.
La legislación de Texas contempla penas severas por maltrato animal, especialmente en casos con agravantes como este. Además, la exposición de los menores a este tipo de violencia puede constituir un riesgo serio para su integridad emocional y física, lo que ha activado la intervención de las autoridades de protección infantil.
Este caso pone de relieve la urgente necesidad de reforzar la vigilancia comunitaria y los mecanismos de respuesta ante señales de abuso doméstico, negligencia o conductas erráticas por parte de tutores. Organizaciones en defensa del bienestar animal y de la niñez han insistido en que la crueldad hacia los animales muchas veces es un indicador de riesgos mayores dentro del entorno familiar.
Mientras continúan las investigaciones y Loredo se enfrenta al proceso judicial, la comunidad de Henderson intenta asimilar la gravedad de lo ocurrido. Las autoridades locales han reiterado su compromiso con la protección de los menores y el endurecimiento de medidas contra el maltrato animal.
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