Miles de ciudadanos de distintas regiones del país se reunieron este fin de semana para manifestarse en contra de la inseguridad y la corrupción. La convocatoria, que logró reunir a personas de diversas edades, marcó una jornada significativa en la que la exigencia principal fue demandar un cambio en las políticas de seguridad y una respuesta firme frente a los grupos criminales.
Sin embargo, la reacción de la presidenta de México generó controversia. En lugar de reconocer la movilización ciudadana, la mandataria restó legitimidad al movimiento y cuestionó tanto su origen como su autenticidad.
Descalificaciones ante una protesta masiva
Durante su intervención pública, la presidenta minimizó el número y la diversidad de participantes que arribaron a la capital del país. Insistió en que la movilización no representaba un riesgo para su administración ni para el proyecto político que encabeza. Según sus declaraciones, las consignas lanzadas durante las marchas no afectan su popularidad ni la fortaleza de su gobierno.
Aseguró también que la presencia de grupos supuestamente vinculados con organizaciones de derecha intenta frenar la llamada transformación nacional, afirmación que extendió hacia los medios de comunicación que, según su postura, amplificaron la convocatoria con intereses ajenos a la ciudadanía.
Movilización con demandas claras
A pesar de las críticas de la mandataria, los asistentes a la movilización expresaron demandas puntuales: mayor atención a la creciente violencia criminal, acciones más contundentes contra la impunidad, así como el castigo a políticos vinculados con prácticas de corrupción. Para los participantes, la finalidad de la protesta fue visibilizar el descontento generalizado ante la situación actual y demandar respuestas concretas desde las instituciones federales.
Contraste entre el discurso oficial y la percepción ciudadana
La distancia entre el discurso gubernamental y la percepción de una parte de la ciudadanía quedó evidenciada. Mientras los manifestantes insistieron en la urgencia de frenar la violencia y reforzar la seguridad, la presidenta centró su mensaje en la defensa de su movimiento político y en la crítica hacia quienes, según afirmó, buscan debilitar su administración.
Hasta ahora, la mandataria no ha abordado directamente las exigencias expresadas durante la movilización ni ha presentado nuevas propuestas orientadas a atender las preocupaciones ciudadanas en materia de seguridad y corrupción.
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