Cada octubre, las familias mexicanas se preparan con anticipación para honrar a sus seres queridos con ofrendas llenas de color, flores y aroma a pan de muerto, uno de los elementos más representativos del 2 de noviembre. Más que un alimento, este pan simboliza la conexión entre la vida y la muerte.
Orígenes del pan de muerto
Su historia se remonta a la época prehispánica, cuando se elaboraba como una alternativa a los sacrificios humanos. La forma circular representa el ciclo de la vida, mientras que los huesos de masa en forma de cruz indican los puntos cardinales. Hoy, esta tradición no solo se mantiene viva, sino que ha conquistado paladares en todo el mundo.
Una receta que cruza fronteras
El maestro panadero entrevistado por Fuerza Informativa Azteca relató que ha enseñado la técnica a personas de países como Honduras, El Salvador, Brasil, Alemania y Estados Unidos, quienes buscan aprender la receta mexicana tradicional.
El arte detrás del sabor
La elaboración comienza al mezclar harina de trigo, azúcar, sal, mantequilla, huevo y levadura, hasta obtener una masa suave. Luego se corta, se “bolea” y se colocan los característicos huesitos de masa sobre cada pieza antes de dejarla reposar. Finalmente, el pan se hornea y se cubre con azúcar, dándole su inconfundible textura y dulzura.
Una tradición que se disfruta en familia
Con más de una década elaborando pan de muerto, los panaderos locales destacan que este producto tiene gran aceptación en México y el extranjero. Muchos visitantes cruzan desde Estados Unidos para comprarlo, atraídos por su sabor y el valor simbólico que encierra.
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