Procedente de Paraguay y rodeado de sospechas, Hernán Bermúdez Requena, alias “el abuelo”, llegó finalmente a México tras su extradición. Su traslado incluyó una escala de 12 horas en Bogotá y seis horas de espera en Tapachula, Chiapas, generando cuestionamientos sobre lo ocurrido durante esos periodos y la logística del operativo que la Fiscalía General de la República implementó.

Escalas y demoras durante el traslado

El 17 de septiembre, un avión de la FGR salió desde Asunción, Paraguay, con destino a México, haciendo inicialmente una escala programada en Cozumel, Quintana Roo. Sin embargo, en pleno vuelo se decidió desviarlo a Bogotá, Colombia, supuestamente por “mal tiempo”. La aeronave permaneció 12 horas en Bogotá antes de continuar hacia Tapachula, lo que generó especulaciones sobre posibles entrevistas, acceso a abogados y comunicaciones con terceros durante ese periodo.

Larga espera en Tapachula

Al arribar a Tapachula, Hernán Bermúdez fue mantenido seis horas fuera del ojo público. Durante ese tiempo se reportaron movimientos inusuales: dos aviones no comerciales llegaron a la base, un avión de la Guardia Nacional despegó hacia Campeche y hubo cambios de personal en el aeropuerto. Las autoridades no han aclarado las actividades desarrolladas durante estas horas.

Llegada a Toluca y traslado al penal

El mismo día, alrededor de las 17:31 horas, el “abuelo” continuó hacia el aeropuerto de Toluca, donde se le leyeron sus derechos y se le informaron los delitos que se le imputan: asociación delictuosa, extorsión y secuestro express. Posteriormente, fue trasladado por tierra al penal de máxima seguridad del Altiplano en Almoloya de Juárez.

Preguntas sin respuesta y vínculo político

El operativo ha dejado muchas interrogantes sin aclarar: qué ocurrió durante las horas de espera en Bogotá y Tapachula, quiénes acompañaban al líder criminal en los aviones no comerciales y cuál es la magnitud de su fortuna. Además, se cuestiona su presunta operación bajo la protección del entonces gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, mientras la información sobre “el abuelo” permaneció reservada por cinco años.

Impunidad y expectativa pública

El caso de Hernán Bermúdez Requena evidencia la diferencia en el trato entre ciudadanos comunes y presuntos líderes criminales con posibles vínculos políticos, generando preocupación sobre la transparencia y la rendición de cuentas en casos de alto perfil.

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