¿Cuál ha sido el huracán más destructivo del Atlántico en la historia?

En 1998, Mitch no fue el huracán más fuerte del Atlántico, pero sí el más letal. Más de 11 mil muertes y una devastación sin precedentes marcaron su paso por Centroamérica.

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Cuando se mencionan huracanes devastadores, nombres como Katrina o Andrew suelen dominar la conversación. Sin embargo, el huracán más mortífero en la historia moderna del Atlántico fue uno menos mediático: Mitch, que en 1998 causó una de las mayores tragedias humanas registradas en Centroamérica.

Con más de 11 mil muertes confirmadas y cifras que alcanzan hasta 19 mil al incluir desaparecidos, Mitch dejó un impacto imborrable. La magnitud del desastre fue tal que su nombre fue retirado permanentemente de la lista de ciclones tropicales del Atlántico.

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Una amenaza que se gestó lentamente

Mitch se formó a finales de octubre de 1998 en el mar Caribe, alcanzando brevemente la categoría 5 en la escala Saffir-Simpson. Sin embargo, no fue su intensidad máxima lo que lo convirtió en una catástrofe, sino su movimiento casi estacionario frente a las costas de Honduras.

Durante varios días, el huracán descargó lluvias incesantes, acumulando más de 1,800 mm de precipitación en algunas regiones, lo equivalente a un año de lluvias en zonas templadas. Esta persistencia provocó el desbordamiento de ríos, deslizamientos de tierra masivos y comunidades enteras soterradas bajo el lodo.

Una región sumida en la tragedia

Los países más golpeados fueron Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, donde las infraestructuras colapsaron, los cultivos fueron arrasados y las enfermedades se propagaron rápidamente tras el paso del huracán. Mitch causó crisis humanitarias de gran escala, desplazando a miles de personas y dejando a comunidades enteras sin acceso a servicios básicos.

El impacto económico y social fue tan devastador que, aún décadas después, muchas zonas no han logrado una recuperación total. Mitch demostró que la fuerza destructiva de un huracán no siempre reside en sus vientos, sino en su capacidad para generar lluvias prolongadas en territorios vulnerables.

Mitch y la advertencia climática del presente

Hoy, en un contexto marcado por el cambio climático, las lecciones del huracán Mitch son más relevantes que nunca. El aumento de temperatura en los océanos está provocando tormentas más intensas y erráticas, y la acumulación de lluvia representa un riesgo creciente para regiones sin infraestructura resiliente.

Mitch nos recordó que la categoría de un huracán no lo dice todo. Prepararse adecuadamente y no subestimar el poder del agua es crucial para reducir el impacto humano de futuros ciclones tropicales.

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