Cada vez es más difícil distinguir la realidad de la simulación digital. En una era donde un video falso generado por Inteligencia Artificial (IA) se difunde a gran velocidad, los especialistas en análisis forense digital advierten que el mayor peligro no radica en su perfección, sino en lo contrario: en su aparente baja calidad.
Lejos de ser un defecto, esa apariencia granulosa o borrosa suele ser una estrategia intencional utilizada por quienes crean este tipo de contenidos, con el objetivo de ocultar los errores que la tecnología aún no logra perfeccionar.
Cómo identificar un video manipulado con IA
De acuerdo con expertos, los videos con IA suelen presentar una resolución baja o un leve desenfoque. Esto se hace deliberadamente para disimular irregularidades en texturas, expresiones faciales o movimientos corporales que delatan su origen artificial.
Otro indicio frecuente es la duración del material. La mayoría de los videos falsos generados por IA son muy cortos, generalmente de 10 segundos o menos, ya que producir clips más largos implica un costo elevado y aumenta las posibilidades de errores visibles.
Por qué ya no basta con “ver para creer”
Los analistas advierten que los rastros visuales que hoy delatan a la IA pronto desaparecerán, conforme la tecnología avance. Ante ese escenario, la confianza no debe basarse en la apariencia, sino en la procedencia del contenido.
Los especialistas coinciden en que el verdadero valor de un video está en quién lo emite y bajo qué contexto, más que en su nitidez o realismo. Por ello, verificar la fuente original, buscar confirmación de terceros y no compartir material sin corroborar su autenticidad son las herramientas más efectivas para combatir la desinformación digital.
El desafío de la credibilidad en la era de la IA
Con la expansión de los contenidos generados artificialmente, la humanidad enfrenta una crisis de credibilidad sin precedentes. La frontera entre lo real y lo falso se difumina, obligando a los usuarios a adoptar una mentalidad crítica y a priorizar la verificación sobre la inmediatez.
La Inteligencia Artificial puede ser una herramienta poderosa, pero también un arma de manipulación. Reconocer sus huellas —por mínimas que parezcan— es el primer paso para protegernos de la desinformación y preservar el valor de la verdad en el entorno digital.
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