Felipe Hernández, un comerciante de 64 años, fue asesinado a golpes por sus propios hijos dentro de su tienda en Murcia, España, a solo días de cumplir 65 y retirarse definitivamente. El crimen, ocurrido el 19 de julio, fue captado por cámaras de seguridad que muestran la brutal agresión perpetrada por su hijo mayor, de 35 años, acompañado por su hermana, de 31.
Ambos ingresaron a la tienda de ropa de lujo, ubicada en la calle Molina de Segura, y sin mediar palabra comenzaron a golpear a su padre hasta tirarlo al suelo, donde continuaron con patadas y empujones. Tras el ataque, huyeron del lugar, mientras Felipe, ensangrentado y con dificultad para caminar, salió a la calle gritando: “Me han pegado mis hijos”. A los pocos pasos colapsó y murió en la acera.
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— La 7 (@la7tele) July 28, 2025
🚨 Imágenes muy duras
⚫️ Los últimos minutos de la vida de Felipe Hernández. Así sufrió la agresión el comerciante y dueño de Tejidos Hernández el pasado sábado en Molina de Segura.
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Una vida marcada por el maltrato familiar
Este parricidio ha conmocionado a toda España, no sólo por la brutalidad del crimen, sino por el historial de violencia que lo precedía. Felipe había denunciado al menos 12 veces a sus hijos ante las autoridades. Las acusaciones incluían robo de llaves, amenazas, acoso y violencia física. Incluso les expresó a familiares su miedo de que un día lo mataran: “No van a parar hasta que me pase algo”.
Según José Hernández, su hermano menor, los hijos de Felipe adoptaron desde la infancia un patrón de violencia aprendido de su madre, quien durante años ridiculizó y maltrató psicológicamente a su entonces esposo. Los hijos continuaban viviendo con ella en Archena, mientras Felipe había logrado rehacer su vida lejos de ellos, después de separarse hace más de 12 años.
En su intento por cortar vínculos, Felipe transfirió 12 propiedades a nombre de su exesposa e hijos, conservando solo la tienda de ropa heredada de su padre. Aun así, no dejaron de acosarlo. Para ellos, él no cumplía con obligaciones económicas. Sin embargo, tanto su hermano como su abogado, Eduardo Simó, niegan esa versión: “Cedió casi todo para vivir en paz, pero nunca lo dejaron”.
El detonante final, según la familia, fue su nueva relación sentimental con una mujer llamada Toñi, con quien se mostraba feliz en redes sociales. “Lo odiaban por ser feliz”, dijo José. El odio acumulado terminó por cobrarle la vida.
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