Este es Jaime Cobián, un artista callejero que transforma sonrisas en satisfacción
Iniciar una carrera en el mundo de las artes puede ser un desafío, pero hacerlo con una sonrisa y sin palabras es lo que ha hecho que Jaime Cobián destaque y encuentre satisfacción durante 13 años en los cruceros de la ciudad.
Iniciar una carrera en el mundo de las artes puede ser un desafío, pero hacerlo con una sonrisa y sin palabras es lo que ha hecho que Jaime Cobián destaque y encuentre satisfacción durante 13 años en los cruceros de la ciudad.
Jaime Cobián, conocido como “el bonachón”, ha dedicado 13 años a realizar malabares y expresiones corporales al estilo de un payaso en los cruceros de la ciudad. Además de su trabajo en la calle, participa en muestras de teatro y lleva sonrisas mediante la pantomima a niños y adolescentes en campamentos migrantes. Jaime aprendió la mayoría de sus técnicas circenses y acrobáticas en la calle y estudió pantomima en una escuela de Guanajuato bajo la tutela de maestros como Sifri Aguilar y Sergio Langarica, quienes desarrollan personajes al estilo de Charles Chaplin, El Gordo y El Flaco, entre otros.
“Empecé viajando con mi mochila de manera muy hippie, haciendo malabares con fuego, y poco a poco me interesé más en ser un malabarista payaso de manera más seria”, comenta Jaime. A lo largo de su trayectoria, ha realizado espectáculos en diversos lugares, incluyendo campamentos de migrantes y muestras municipales de teatro.
Jaime dedica toda su semana a dar espectáculos. Comienza su jornada a las 7 de la mañana, trabajando de una a tres horas en cruceros como la Diana Cazadora, la avenida Glandorf y el Ortiz Mena. Por las tardes, realiza otra rutina, generalmente frente al Palacio de Gobierno. Con su arte, logra pagar sus estudios, servicios y gastos esenciales. “Sí, vivo del arte, pero hay que trabajar duro como todos”, dice Jaime. “Disfruto mucho conectar con la gente, ver que les causo emociones, y lo que más disfruto es hacerlo sin palabras. Me motiva porque es lo que me gusta”.
Gracias a su dedicación y talento, Jaime ha conocido gran parte del territorio mexicano, viajando de mochilazo y pidiendo aventón. Este estilo de vida le ha permitido también disfrutar de su otra pasión: el aire libre y la escalada en roca. “Tengo un espectáculo que acabo de crear y me gustaría llevarlo a donde se pueda. Creo que ese es mi propósito y sueño ahora”, concluye Jaime.