La calima es un fenómeno meteorológico que se manifiesta cuando pequeñas partículas sólidas quedan suspendidas en el aire, provocando un aspecto turbio y opaco en la atmósfera, como el que vive la ciudad de Chihuahua este 11 de junio. Aunque puede resultar visualmente llamativa, sobre todo al teñir los atardeceres de tonos anaranjados o amarillentos, su impacto va mucho más allá de lo estético.
Estas partículas pueden estar compuestas de polvo, arena, cenizas o arcilla, con tamaños que van desde fracciones de micra hasta varias decenas de micras. Su presencia afecta directamente la calidad del aire y, en consecuencia, representa un riesgo para la salud respiratoria, especialmente en personas vulnerables.
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Tipos de calima: natural y contaminante
La calima puede clasificarse en dos grandes tipos, dependiendo del origen de las partículas en suspensión:
Calima tipo A: origen natural
Es la más frecuente en regiones cercanas a desiertos o cuerpos de agua. Se forma por el arrastre de arena, sales marinas u otros elementos naturales. Un ejemplo típico ocurre en las Islas Canarias cuando los vientos del este transportan polvo del Sahara, reduciendo notablemente la visibilidad.
Calima tipo B: origen antropogénico
Se presenta en zonas urbanas como consecuencia de la contaminación o incendios forestales. Es común en ciudades como Madrid durante el invierno, cuando se combinan la ausencia de viento, la inversión térmica y la actividad humana. Este tipo es especialmente dañino para la salud, ya que las partículas pueden contener sustancias tóxicas.
Calima vs niebla y bruma: ¿cómo diferenciarlas?
Aunque la calima, la niebla y la bruma pueden parecer similares por su efecto en la visibilidad, se distinguen por su origen:
- Niebla y bruma: se forman por condensación de agua en un ambiente húmedo.
- Calima: se genera en condiciones de aire seco, debido a partículas sólidas en suspensión.
Además, a diferencia de la calima, la niebla y la bruma no suelen tener efectos nocivos sobre la salud.
¿Qué es la “lluvia de barro”?
Cuando la calima coincide con episodios de lluvia, las gotas de agua atrapan las partículas de polvo en suspensión, dando lugar a lo que se conoce como “lluvia de barro” o incluso “lluvia de sangre” en algunas regiones del Mediterráneo. Si las partículas tienen un origen contaminante (calima tipo B), puede derivar en lluvia ácida, perjudicial para el medio ambiente.
Duración y dispersión de la calima
Generalmente, los episodios de calima duran solo unos días. Su desaparición depende de cambios en las masas de aire, como la llegada de viento o lluvias, que arrastran y dispersan las partículas suspendidas en la atmósfera.
Impacto en la calidad del aire
La calima deteriora los índices de calidad del aire, especialmente el nivel de PM10 (partículas con un diámetro inferior a 10 micras). Esto no solo compromete el bienestar ambiental, sino que también representa un riesgo directo para la salud humana.
Consecuencias para la salud: ¿a quién afecta más?
Las partículas en suspensión pueden penetrar el sistema respiratorio y llegar al torrente sanguíneo. Los efectos más comunes incluyen:
- Irritación ocular y nasal
- Tos persistente
- Dolor torácico
- Crisis asmáticas y broncoespasmos
- Agravamiento de patologías respiratorias preexistentes
- Ansiedad por dificultad respiratoria
Los niños, personas mayores y quienes padecen enfermedades respiratorias son los más vulnerables durante estos episodios.
Recomendaciones ante un episodio de calima
Para reducir los riesgos asociados a la calima, se recomienda:
- Mantener puertas y ventanas cerradas
- Evitar actividades físicas al aire libre
- Usar mascarilla si es necesario salir
- Ingerir líquidos con frecuencia
- Estar atento a los reportes meteorológicos oficiales
Estas medidas son esenciales para minimizar los efectos, especialmente en poblaciones sensibles.
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