El Día de Muertos 2025 es mucho más que una tradición: es una manera de entender la vida. Reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, esta festividad mexicana combina elementos prehispánicos y cristianos en una visión donde la muerte no significa el final, sino un reencuentro.
Cada región del país aporta su propia esencia a esta fecha, convirtiendo los primeros días de noviembre en una experiencia sensorial que transforma pueblos, ciudades y corazones.
Hanal Pixán: el banquete de las almas en Yucatán
En la Península de Yucatán, la conmemoración recibe el nombre de Hanal Pixán, que significa “comida de las ánimas” en lengua maya. Las familias preparan los platillos favoritos de sus difuntos y los colocan sobre altares adornados con la cruz verde maya, símbolo de equilibrio espiritual.
El aroma del pib —pan de maíz relleno de carne y cocido bajo tierra— impregna el aire, acompañando los rezos y ofrendas que conectan a los vivos con sus ancestros.
Pomuch, Campeche: la limpieza de huesos como acto de amor
En Pomuch, Campeche, persiste una de las costumbres más antiguas y conmovedoras del país: el Choo Ba’ak o “limpieza de huesos”. Tres años después del entierro, las familias exhuman cuidadosamente los restos de sus seres queridos para limpiarlos y envolverlos en manteles bordados a mano.
Este ritual, lejos de ser lúgubre, simboliza la renovación del alma y el respeto eterno hacia quienes partieron. Es una muestra viva del vínculo entre los vivos y los muertos que define la cosmovisión maya.
Pátzcuaro y la Noche de las Ánimas: el corazón espiritual de Michoacán
En el Lago de Pátzcuaro, Michoacán, las comunidades purépechas celebran la Noche de las Ánimas, una vigilia que se extiende del 29 de octubre al 3 de noviembre. Las familias decoran las tumbas con velas y flores de cempasúchil, mientras esperan el regreso de las almas en medio de cantos y oraciones.
En islas como Pacanda y Janitzio, las luces reflejadas sobre el agua crean una de las imágenes más emblemáticas del Día de Muertos. La atmósfera se llena de espiritualidad y respeto, invitando a la contemplación y al silencio.
Oaxaca: entre comparsas, catrinas y tapetes de flores
La capital oaxaqueña vive el Día de Muertos con una intensidad única. Las calles se convierten en un escenario de color y música con comparsas, desfiles de catrinas y tapetes de arena y cempasúchil.
Los mercados locales ofrecen pan de muerto, chocolate y artesanías que celebran la creatividad popular. En municipios cercanos como San Antonino Castillo Velasco, los campos de flores se tiñen de naranja brillante, marcando el camino simbólico que guía a las almas de regreso a casa.
Recomendaciones para vivir el Día de Muertos con respeto
Participar en estas celebraciones implica también comprender su profundidad cultural. Los viajeros deben respetar los espacios sagrados, evitar el uso de flash en panteones, pedir permiso antes de tomar fotografías y apoyar la economía local comprando a artesanos y productores.
El Día de Muertos no es un espectáculo, sino una comunión con los ancestros; una tradición que invita a recordar, agradecer y mantener viva la memoria.
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