Después de un año en tierras europeas, defendiendo los colores del AEK Atenas, Rodolfo Pizarro ha vuelto al futbol mexicano, ahora como refuerzo de Mazatlán FC. Su paso por Grecia no fue lo que muchos esperaban, y al llegar a suelo mazatleco, no tardó en revelar los motivos que lo empujaron a dejar el equipo heleno y la Superliga griega.
Pizarro, que alguna vez fue considerado una de las mayores promesas del futbol mexicano, comenzó a ver cómo su carrera se alejaba de las grandes expectativas. Desde sus días brillantes en Pachuca hasta sus títulos con Guadalajara y Monterrey, la trayectoria del tampiqueño tomó una dirección inesperada. Cuando parecía que su oportunidad de jugar en Europa había quedado atrás, una llamada del AEK Atenas, dirigido por su viejo conocido Matías Almeyda, le abrió una nueva puerta. Sin embargo, a pesar de la confianza que el entrenador argentino parecía tener en él, la historia no se desarrolló como Pizarro lo hubiera deseado.
La falta de regularidad y la sombra de la corrupción
Con solo 22 partidos disputados en la camiseta del “Águila Bicéfala”, Pizarro enfrentó obstáculos fuera del terreno de juego. En una entrevista para Azteca Deportes, el mediocampista no se contuvo al expresar las dificultades que vivió en el futbol griego, sorprendiendo con sus afirmaciones sobre la supuesta corrupción que permea en ese país.
Mientras sus manos descansaban sobre la mesa, Rodolfo alzó la vista y comentó con serenidad: “Siempre llevé una buena relación con Matías, hasta la fecha seguimos bien. Pero a veces no es cuestión del entrenador. En Grecia, las cosas las manejan los de arriba, y la corrupción... es impresionante. Si aquí en México la situación es difícil, allá es mucho peor”.
La desconfianza en su desempeño
Con una mueca de frustración, recordó cómo la directiva del AEK Atenas nunca terminó de convencerse de su capacidad. “No tenían confianza en mí”, comentó mientras entrelazaba los dedos, recordando esos días amargos. “Era más un tema de ellos que de Matías. No me querían ni me daban la oportunidad de demostrar lo que podía hacer”. La tensión en su rostro dejaba entrever las barreras invisibles que enfrentó durante su tiempo en Grecia.
Ahora, con un nuevo desafío en su horizonte, Pizarro espera que Mazatlán sea el espacio donde recupere su mejor versión. Las palabras que compartió no solo destapan las complicaciones de su paso por Europa, sino también las esperanzas de un renacer futbolístico en tierras mexicanas.
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